Publicado por
Oscar Contreras Vásquez, Profesor de Historia
Museo del Acordeón:
Sergio Coliboro, un hombrecillo que parece haber emergido de un bosque milenario, repara y exhibe con dedicación cientos de acordeones.
Estos instrumentos alguna vez llenaron de alegría bodas, bautismos, velorios, medanes y mingas chilotas.
Nuestro desafío es dar vida nuevamente a cada acordeón que allí se exhibe y nos ponemos manos a la obra, pues la existencia de estos instrumentos se justifica al ser manipuladas, insufladas hasta convertir el aire en notas musicales.
Al final, el nomo insular nos envuelve en un torbellino de valses y cuecas que nos invitan a danzar, a dejar que la música alegre nuestros corazones y nos impulse a continuar explorando la Isla, en busca de sus secretos y rincones escondidos.