Publicado por
Oscar Contreras Vásquez, Profesor de Historia y Geografía
Quemchi:
El pueblo de Quemchi nos recibe con el sabor salado de su aire marino y la calma de sus calles que se asoman al bordemar interior. Aquí, donde antaño la madera fue sustento, hoy son las mareas las que dictan el ritmo de la vida y alimentan la memoria de sus habitantes.
Recorremos la calle principal con la certeza de que en cualquier momento aparecerá la figura de Francisco Coloane, el escritor que hizo de estas costas un mapa de aventuras y leyendas. Cada rincón parece murmurar fragmentos de sus relatos, como si su pluma aún navegara sobre las aguas del archipiélago.
Nos detenemos en la casa que lo evoca, un espacio que no le perteneció pero que lo simboliza. Allí, entre paredes sencillas, imaginamos su espíritu entregado a la escritura, forjando historias que desafiaron al tiempo y a la geografía.


Aucar:
Esta es la isla de las Almas Navegantes, un puente de poco más de un kilómetro nos traslada desde la Isla madre a esta pequeña isla, nos invade un silencio maravilloso y el canto de gaviotas, alcatraces y chucaos nos llega desde los maravillosos árboles que cubren la Isla. Una Iglesia regenta el lugar y cuida de los que pueblan del cementerio donde las almas navegan en el mar interior de Chiloé.



