Publicado por
Oscar Contreras Vásquez, Profesor de Historia y Geografía
Último día
Sin un itinerario rígido, nos dejamos llevar por la geografía y el ritmo del archipiélago. Los estudiantes caminan agradecidos, como quien guarda en el corazón cada instante vivido. En Nercón, la Virgen de la Merced nos recibe en su iglesia, patrimonio de la humanidad, cuyo silencio de madera aún conserva plegarias de siglos.
De allí seguimos a los palafitos de Gamboa, donde las casas flotan sobre el mar como si fueran parte de un sueño. Paseamos entre pasarelas e imaginamos historias de pescadores que partieron al alba y regresaron con la marea.
En el puerto tomamos rumbo al canal interior, y el agua nos regaló un nuevo paisaje mientras una entusiasta guía chilota nos relataba historias que parecían cobrar vida en cada ola. La jornada concluyó con una comida típica que nos unió en torno al sabor, y con la compra de pequeños recuerdos que atesorarán “los días que caminamos por Chiloé”.
Al despedirnos, el viaje se convirtió en memoria compartida. Concepción nos espera, pero parte de nosotros se queda aquí, en estas islas donde la tradición y la naturaleza se entrelazan como en ningún otro lugar.
